En Jamones Romero, llevamos más de 50 años especializados en la venta de jamones. Francisco Romero, hijo del fundador y actual presidente de la empresa, tomó las riendas de Jamones Romero a los 17 años.
Desde entonces, Francisco se ha encargado de asentar y ampliar el negocio en la comarca de Pamplona con tiendas especializadas y a perfeccionar el servicio al cliente, ofreciendo siempre la mejor opción, preocupándose de que en sus tiendas estén los mejores productos.
En la actualidad, pretende expandir el negocio en el
mundo digital mientras seguimos ofreciendo en nuestras tiendas físicas, cercanía, profesionalidad y los mejores productos del mercado.
¿Cómo te gustaría ser presentado? ¿Cómo te definirías en función de lo que haces en Jamones Romero?
Como un enamorado de mi trabajo, ¡No sabes lo que me gusta! Mi trabajo no va de comprar y vender jamón. Va de cumplir con las expectativas de nuestros clientes, solucionar una cena, agasajar con un regalo, sorprender con sabores y matices…
Y, para no defraudar, hay que trabajar duro. Visitar secaderos, proveedores, ferias de alimentación, seleccionar piezas y escoger para los clientes de lo bueno… lo mejor.
Jamones Romero comenzó siendo una sola tienda y, con el tiempo, se fue ampliando y extendiendo. ¿Cuál ha sido el mayor reto durante todos estos años?
En las empresas familiares, el vínculo personal es enorme y la siguiente generación desea hacerlo grande. No sé si es por intentar demostrarse a uno mismo la capacidad que tiene, por demostrárselo a los que depositaron su confianza o por el reto que conlleva… Creo que es una mezcla de todo.
El mayor reto ha sido saber leer entre líneas hacia donde se dirigía el mercado. Saber en todo momento lo que el comprador necesitaba y ponérselo fácil. Acercar el establecimiento a los clientes. No hemos querido ser una tienda para una compra especial si no la tienda de todos los días para un producto que diariamente podemos utilizar en la cocina.
Hemos ido extendiéndonos a barrios que estaban por la periferia de Pamplona. La diferencia que hemos tenido nosotros con respecto a todos los jamoneros a nivel nacional es que ellos nacieron en un mercado municipal y se fueron hacia las afueras. Nosotros hicimos al revés.
Nacimos en un barrio, fuimos ocupando otras zonas y después nuestra obsesión fue meternos en el Mercado. Así que nos metimos en el Mercado del Segundo Ensanche, que todavía es el reducto de la ciudad amigable.
La globalización y la despersonalización que tenemos nos deja un nicho de mercado en clientes que quieren trato personal. El pequeño comercio es la única opción que tiene para sobrevivir, es decir, que la persona que te atiende sepa desde cómo te llamas a cómo te gustan las cosas sin que tengas que decírselo. Eso no lo van a conseguir en ningún otro sitio.
¿Qué retos hay para el futuro en Jamones Romero?
Saber trasmitir a nuestros clientes todo el trabajo que hay para conseguir su satisfacción y la tienda online.
El sector de alimentación perecedera cuenta con un handicap con respecto a los demás productos, debido a las fechas de consumo preferente y a tratarse de productos no muy arraigados en el mundo digital.
Queremos considerar a nuestra tienda online, como si de un establecimiento físico se tratara y hacer ver al cliente que será atendido como si lo tuviéramos delante. Que la elaboración de su pedido se realizará de forma personalizada y con la máxima exquisitez.
Cuéntanos cuál fue el punto de partida y qué objetivos se establecieron en el plano digital.
Personalmente, cuando me hablan de una empresa, lo primero que hago es acudir a Google a ver quién es, a tener datos, a tener opiniones… Es fundamental. Si no está en el móvil, no me vale, es que no voy ni a verlo. Creo que es una necesidad estar ahí y darnos a conocer.
¿Cuál es el proceso que se ha llevado a cabo para llegar al punto en el que os encontráis actualmente?
Primero, fue la visibilidad, aunque fuera del establecimiento. Después, construir y transmitir nuestra mejor imagen. A continuación, intentar abrir una tienda online que fuera un 24/7 para llegar a otros mercados que no tenemos cerca porque somos una empresa local.
Hoy en día, dar a conocer a nuestro cliente toda la sabiduría que hay detrás: nuestra tradición, nuestro conocimiento, nuestro servicio…
¿Está resultando difícil sobresalir en este mercado digital? Lo local lo tenemos dominado, pero estar en el mundo digital es un mar gigante en el que, muchas veces, no sabes quién es tu cliente.
Nos sobrepasa, pero porque no le ponemos cara a quién está detrás de la pantalla mirando nuestra página.
Cuando hablas con una persona, a los 5 minutos, ya te das cuenta de si quiere comprar, si quiere información, qué necesidades tiene, cómo le gustan las cosas… Así que, es muy sencillo.
Internet es tan fluido y etéreo, que no sabes dónde te estás metiendo ni a quién vas dirigido. Hay personas a las que les gusta más que les mandes una comunicación, hay otras que quieren que les mandes una oferta, otras que dicen “ya está el pesado”… ¡y estás mandando exactamente lo mismo!
No podemos ir a todo el mundo, por eso, tenemos que concretar a quién queremos llegar, que son las personas a las que les gusta lo bueno y se preocupan de su alimentación y de su salud.
¿Qué mejoras consideras que se han logrado en este tiempo?
Se van consiguiendo logros por ventas. Además con la información que nos facilita nuestra agencia de marketing digital, somos más capaces de dirigir nuestra información a clientes potenciales y así localizar nuestros recursos.
¿Retos en el plano digital? ¿Cuál sería el siguiente paso?
Seguir en el camino que vamos y crecer en los resultados. Al final, si te das a conocer, pero no vendes es trabajo perdido. Hay que trabajar la imagen de la marca y seguir vendiendo.