El jamón curado es un alimento de calidad insuperable en lo que a sus propiedades organolépticas y nutritivas se refiere.
Representa una importante fuente de proteínas y su consumo está también aconsejado en estados deficitarios de hierro, ya que el hierro que aporta es de fácil absorción y más biodisponible que el procedente de alimentos de origen vegetal.Se trata además de una buena fuente de vitaminas, fundamentalmente del grupo B.
Es importante destacar su elevado contenido en ácidos grasos monoinsaturados y su mayor riqueza de ácidos grasos poliinsaturados con respecto a otras carnes (en especial de raza ibérica), así como un contenido en grasa saturada inferior a otras carnes.
Nuestro aliado natural
Podemos comer de 3 a 5 lonchas de jamón serrano
más de tres veces a la semana.
Proteínas:
Principal componente de los músculos, los órganos y las glándulas. Indispensables para el crecimiento y desarrollo de niños y adolescentes.
Potasio:
Control de la contracción muscular, incluida la del corazón, control de la presión sanguínea y además facilita el impulso nervioso.
Hierro:
Responsable de que la hemoglobina transporte el oxígeno a todos los tejidos del organismo. Forma parte de muchas proteínas y enzimas en el cuerpo.
Ácido oleico:
Aumenta el “colesterol bueno” (HDL-c) que ejerce un papel protector, y transporta el “colesterol malo” (LDL- c) –depositado en las arterias– hasta el hígado para su eliminación, reduciendo los riesgos de trombosis arterial y de infarto.
TE CUIDAMOS
El jamón nos aporta una infinidad de beneficios para nuestra salud.
Esenciales para el correcto funcionamiento del organismo.
Ayudan al desarrollo infantil.
Actúan sobre los vasos sanguíneos y la hemostasia.
Disminuyen los niveles de colesterol y triglicéridos.
Disminuyen la agregación plaquetaria, incrementan el tiempo de hemorragia, disminuyen la viscosidad y la presión sanguínea.
Controlan la presión, inflamación, y otras funciones del cuerpo.
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Indispensable para la formación del hueso y su mantenimiento y mineralización.
Juega un papel importante en el metabolismo de los hidratos de carbono.
Contribuye a la absorción de la glucosa mediante el proceso de fosforilación.
Forma parte del músculo e interviene en su metabolismo.
Interviene en el transporte de los ácidos grasos, llevándolos en moléculas de fosfolípidos por la corriente sanguínea.
Forma parte de las nucleoproteínas celulares con el ADN y los fosfátidos que intervienen en la formación de numerosas enzimas en el proceso de oxidación de la glucosa y producción de energía (ATP).
Contribuye al control del equilibrio ácido-base en la sangre mediante su forma de ácido fosfórico y fosfato. El ácido ortofosfórico es acidificante.
Forma parte del tejido nervioso.
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Desempeña un papel importante en el metabolismo, ayuda a la formación de glóbulos rojos en la sangre y al mantenimiento del sistema nervioso central.
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Interviene en el funcionamiento del sistema digestivo, piel y nervios.
Es importante en la conversión de los alimentos en energía.
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Ayuda a las células del organismo a convertir carbohidratos en energía.
Esencial para el funcionamiento del corazón, músculos y sistema nervioso.